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OK Dinastia Uni-Cap 32- Siete Almas Robadas p.2

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O/K-Dinastía Uni es una serie original de Producciones Gran Torre, este Film es una producción diagonal de la serie en cuestión, se prohíbe su reproducción o uso por terceros salvo para material de Fan Fics, Fan Arts y Juegos de Rol.

Pd
Si alguien hace un Rol de esto que me avisen para entrar XD.

Capitulo 32
Siete Almas Robadas
(Segunda Parte)

Serie: Oguchi/Koguchi.
Género: Magia.
Fecha de inicio: 20/07/2014, 12:39 md.
Fecha de término: 21/07/2014, 1:57 pm.
Autora: Silvia Vega Gutiérrez, directora jefe de Producciones Gran Torre.

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Llevaron el carromato más profundo en el bosque y acamparon, cuando Kouro menciono que requerían ramas para una buena fogata, Koguchi tomo su espada kendo y procedió a cortarlas, que la hoja de madera cortase como si fuera de metal no tenía sentido peor algo en su interior le decía que estaba bien.

-Déjame ver esa espada-se la entrego-fascinante, esto aclara muchas cosas, después de todo lo que decían de ese herrero era verdad.
-¿Qué herrero, maestro?
-Un torpe incauto que se llevo a la tumba un secreto invaluable, podría tomarme décadas descifrar esto-se la devolvió-pero será después, debemos enfocarnos en nuestra actual misión, ve por más leña.
-Sí, maestro.

En lo que él hacia eso, Kouro encendió una fogata y saco del carromato enseres e ingredientes, en minutos estuvo preparando un rico caldo.

-Hacia siglos que no cocinaba-la tarea lo tenía entretenidísimo-¿sabes?, me preocupaba que dejar la ciudadela fuera una experiencia estresante pero ha sido justamente lo contrario, desde que dejamos el área me he sentido reanimado, hasta liberado me atrevería a decir.
-¿A qué cree que se deba?
-Te diré...-le llamaba la atención lo curioso que era-quizás se trate de que por primera vez en mucho tiempo hago algo que yo deseo y actuó bajo mis propias motivaciones, no siguiendo el plan que otros diseñaron para mí.
-No comprendo, ¿usted recibe órdenes?
-Ya te explicare eso, tendremos tiempo de sobra para charlar-busco su mapa y se lo dio-ahora hay que ir planeando nuestro itinerario.
-Estamos aquí, sobre la marca purpura.
-La cual representa a Kyoki, hace algunos años envié a mi Tulpa a buscar cinco niñas que manifestaran auras puras de Locura, Dicha, Ira, Pena y Miedo.
-Y las encontró-se fijo en las mascaras y frunció el ceño-pero, maestro, los factores son ocho, ya tiene dos, el mapa nos guía a otros cuatro, faltan dos.
-Excelente análisis, si, no le pedí a Tulpa que buscara auras de Odio o Amor, son raras y yo quiero cierta composición especial que espero conseguir cuando…-por un segundo se quedo mirando al espacio, como replanteándose lo que iba a decir-bueno, espero conseguirlas, no adelantare nada ahora, ¿otra pregunta?
-¿Por qué deben ser niñas?
-Porque las mujeres son más sensibles y los niños no reprimen sus sentimientos, ese nivel de pureza es lo que estamos buscando.
-Ya veo-volvió a mirar el mapa-supongo que ahora iremos por la marca amarilla, la Dicha.
-Yorokobi, si, y tú te encargaras de capturarle.
-¿Yo?
-No creas que te traje a pasear, Koguchi, me hice cargo de Kyoki por lo importante que era pero tú te harás cargo de las demás, considéralo una prueba, para ver si eres completamente digno de ser mi aprendiz.
-Entiendo, no lo decepcionare, maestro.

Le asigno la primera guardia, pues aun en medio del bosque cualquier cosa se puede acercar, de modo que Koguchi paso la mitad de su primera noche como Uni vigilando en la oscuridad; con la silenciosa presencia de Rina como única compañía tenía tiempo para pensar y lo que quedaba de su persona despertaba, sin querer se encontró recordando a la niña del jardín.

-Mi hermana-sacudió la cabeza y abrió el cofre-no, estas son mis hermanas y pronto serán más-tomo uno de los frascos-hola, Kyoki, ¿quieres charlar?

Abrió la botellita y el aura asomo una punta cual diminuto calamar, luego se volvió a meter, no parecía gustarle el exterior.

-Está bien, no te obligare a salir, solo quiero que sepas que no debes temer, estoy aquí para protegerte y jamás te dejare.


Su aventura comenzaría a la mañana siguiente, por razones que Koguchi no acababa de entender su maestro quería pasar desapercibido, jugar al mercader, de modo que se aplico un sello mágico que le hacía ver humano, se peino y vistió más sencillos y unas semanas después se acercaron a un atractivo poblado de bellos jardines y casas grandes; dejaron el carromato en el bosque a las afueras antes de entrar.

-Según sé el dueño de este pueblo hizo una fortuna con las casas de opio-se detuvieron frente a una magnifica mansión amurallada-por eso nunca intente anexarlo, no me gustan ese tipo de negocios.
-Hay mucha energía positiva aquí-ahora podía ver la magia a simple vista.

Tulpa no solo hizo marcas en un mapa, había llevado a cabo una exhaustiva investigación y gracias a sus notas Kouro sabia lo necesarios sobre sus blancos para proceder: La niña de la casa tenía seis años y no conocía el mundo real, desde su nacimiento sus padres se habían asegurado de que nada le faltase, incluso le habían asignado cuatro sirvientes cuya única labor era jugar con ella y satisfacerle en todo.

-Si me lo preguntas creo que nadie merece vivir tan bien-le dio una botellita-que no te vean, debes hacer que la tome y quite el tapón, el conjuro solo funciona una vez asique no falles.
-¿Y luego qué?
-Te vas donde dejamos el carromato, tienes alas asique puedes volar hasta allá, nos ahorrara un valioso tiempo.

Se separaron, Kouro llamo a la puerta y se presento como Ko-Kay, mercader ambulante en busca de colocación, Koguchi por su parte salto un muro y se escondió entre los arbustos del patio, la niña estaba en el corredor, debía ser ella, su aura era gigantesca, sus cuatro sirvientes eran muchachos jóvenes con auras diferentes aunque alteradas por la tremenda energía que proyectaba su pequeña ama.

-¿Más jugo, señorita?
-Gracias, ¿puedo tomar otra galleta?
-Aquí tiene, cuando termine debería tomar una siesta.
-Está bien, y luego jugamos, no me dejen ganar esta vez.
-No prometemos nada.

Que escena tan extraña, la pequeña lo tenía todo pero no se comportaba como una ricachona mimada, de hecho era muy dulce, gozaba en buenos términos de su felicidad; reviso la botella y se dio cuenta de que contenía cuatro hendiduras extras, ¿su maestro quería a los sirvientes también?, tenía que apresurarse, no distraería a los padres eternamente.

-Está bien, no puedo fallarle a mi maestro, ella también será mi hermana.

Rodo la botella desde su escondite, esta golpeo una roca y eso hizo que no de los sirvientes la notara, cruzo los dedos, tal y como esperaba la niña pidió ver la botella y la recibió aun cerrada.

-Qué bonita esta.
-¿Pero de donde salió?
-Se le habrá caído a algún sirviente.
-Ya se, la voy a usar para llevar mi jugo.

Uno de los sirvientes se ofreció a abrirle la botella pero la niña se adelanto, quito el corcho de un tirón y al hacerlo activo el sello en la botella, se produjo un destello amarillo tan intenso que Koguchi tuvo que cubrirse, ya estaba hecho, procuro no mirar los cuerpos al recuperar y cerrar la botella, ya podía sentir cierto alboroto en el aire.

Después de todo lo más difícil de su trabajo fue sacar las alas y volar hasta el punto de reunión sin estrellarse, aprovecho que su maestro aun no llegaba para revisar la botella que ahora contenía un grupo de cinco burbujas girando.

-Yorokobi-le resultaba encantadora, podía oírla reír-que hermosa eres, ¿quieres jugar, bonita?

Cuando Kouro apareció, con la prisa de quien escapa de un mal transe, lo encontró divirtiéndose con su nueva aura, el contacto directo le permitía experimentar la emoción como si fuera genuina.

-¡Koguchi!-estaba algo agitado-me alegra que conserves tu control sobre las energías pero este no es el mejor momento para jugar.

Regreso a Yorokobi a su botella y subió al carromato, allí pudo ponerla en el cofre con las demás, ya estaban en el aire, alejándose.

-¿Lo hice bien, maestro?
-Estuviste perfecto, fui yo quien se las vio de cucharillas para escapar-suspiro-lo bueno es que no habrá familias amorosas que interfieran con el resto de las capturas.
-¿Cuál sigue?
-La Ira, Ikari, iremos par por par.

Hace volar al carromato consumía muchísima magia, a la primera oportunidad descendieron cerca de un pueblo, Kouro compro un par de caballos y ya con eso siguieron avanzando.

Durante el siguiente mes fueron de población en población manteniendo a duras penas el curso, la emoción del comercio distraía a Kouro de su objetivo principal peor Koguchi no olvidaba sus prioridades, con el tiempo hasta Mu dejo de hablarle para someterse a su voluntad, lo que le ayudo a sacar a Kyoki del frasco, la onda azul la estabilizaba.

-Maldita sea-una tarde su maestro se apareció de pésimo humor-esto no puede ser bueno.
-¿Qué ocurre, maestro?
-Me acabo de enterar, nuestra ruta nos lleva a territorio Oni.
-¿Oni?-no reconoció la palabra pero le llamo la atención.
-Bestias horribles, mitad demonio, mitad ogros, Kiofu y Kanashimi están de su lado de la frontera.
-El miedo y el pánico, ¿Qué podemos hacer?
-Andarnos con tiento-se estremeció-y suplicar que Sheng no haya tenido tiempo de reponer toda la rabia que le quite.

Eso ultimo no tuvo mucho sentido para él pero ya se había dado cuenta de que su maestro solía nombrarle cosas de antes de que existiera solo porque si, no le correspondía interrumpir sus ideas.

La siguiente aldea era aislada y pequeña, las casas muy separadas y un clima general de pobreza creaban la atmosfera perfecta para esconder algunas injusticias; la más destacable se daba en la casa más chica, oscura y mal cuidada del pueblo, donde una pareja sin esperanzas mantenía a su hija de siete años en una jaula, encerrarla como a un animal fue lo único que se les ocurrió para contener su temperamento salvaje.

-Los niños son criaturas peligrosas-menciono Kouro, viendo la casa desde el exterior.
-¿Lo niños?
-Piénsalo, antes de que aprendan las nociones del bien y el mal todos son psicópatas en potencia, normalmente no importa, si se les educa con un mínimo de amor se portan bien, pero cuando se les niega incluso eso, cuando el niño en si tienen una predisposición a la violencia…
-¿Pero encerrarla?, ¿así como nos acercaremos a ella?
-Nada más simple, les hare una oferta.

Y eso fue lo que hizo, por más loco que pareciera, se apersono a la casa con una bolsa de oro y ofreció comprar a la niña; la madre, desaliñada y con un ojo amoratado, de hecho a llorar, el padre, medio ahogado en alcohol, ni siquiera dudo, tomo la bolsa y le entrego una pequeña llave para abrir la puerta de la jaula.

No la libero allí, con ayuda de Koguchi subió la jaula arriba del carromato y se alejaron, la niña era desgarbada y no hizo nada que indicase que deseaba quedarse con sus padres, según las notas de Tulpa llevaba un año viviendo en la jaula, ¿Por qué?, había matado a su hermanito más pequeño asfixiándole con una almohada, la razón no se sabía, cuando Koguchi intento darle algo de comer más tarde quedo claro que era casi una bestia, rechazo la comida e intento morderlo a él.

-¿Cómo vamos a darle la botella?, la romperá.
-No, no, las hice resistentes, la broma está en que no creo que coopere si le pedimos abrirla.
-¿Y si la abro cerca de ella?
-Demasiado arriesgado, el conjuro adsorbe el aura más cercana, tú terminarías en la botella.

Era un problema pero tras meditarlo un rato Koguchi creyó encontrar una solución, así como Mu había ayudado a Kyoki, Yorokobi bien podía ayudar a Ikari, la saco de su botella y se lo consulto, las burbujas revolotearon alrededor un rato antes de hacer algo, atraparon la llave de la jaula y de forma asombrosa la colocaron dentro de la botella que le tocaba, y no tuvo que abrirla, hizo que la llave solida atravesara el cristal sin la menor mella.

-¿Cómo hizo eso?-Kouro estaba asombrado-es un poder asombroso.
-Y justo lo que necesitábamos-se dirigió a la jaula-hola, linda, ¿quieres salir de allí?-la niña le miro con rabia-tranquila, a mí tampoco me gustaría estar encerrado, aquí está la llave, dentro de la botella, solo debes sacar el corcho y podrás salir.

Se la puso cerca y ella la topo, su primera acción fue golpearla contra el suelo para romperla pero, tal y como su maestro había dicho, el cristal era más resistente de lo que parecía, al ver que no lograba romperlo agarro el corcho con los dientes y lo zafó, el destello fue rojo esta vez, incluso produjo suficiente calor para chamuscar el pasto a su alrededor, Koguchi tuvo que usar una rama para sacar la botella y taparla con un corcho nuevo, ni de broma iba a tomar el que quedo en la boca de aquel cuerpo quemado.

-Déjame verla-Kouro se la arrebato, el aura con la forma de una flama roja parecía abrazar la llave, haciéndola brillar al rojo vivo-ya quiero ver las aplicaciones de esta.
-Igual yo-Yorokobi seguía dando vueltas-¡Oye, ven aquí!, ven a conocer a tu nueva hermana.
-¿Hermana?-Kouro lo miro alarmado.
-Me gusta llamarlas así… ¿está mal?
-…No, es una buena manera de lidiar con los traumas.

Allí estaba otro de esos comentarios raros, mejor no mencionárselo.

Con su cuarta aura regresaron al camino, tendrían mucho camino que recorrer antes de llegar a su próximo destino y en ese tiempo Koguchi esperaba experimentar y descubrir nuevas cosas sobre sus hermanitas, no obstante aquella misma noche pasó algo que desvió su atención.

A pesar de sus intentos cada noche mientras hacía guardia se encontraba pensando en la niña del jardín, no perdía el tiempo preguntándose de quien se trataba, porque le obsesionaba así, solo evocaba su imagen y eso ahondaba el vacio dentro de sí, le cortaba el aliento, entonces sacaba a las auras y eso le aliviaba; pero aquella noche otra idea le rondaba, la palabra “Oni” se había quedado haciendo eco en su interior.

-Oni…siento que olvido algo.
-“Mira bajo el carromato”
-¿Mu?-su maestro aun no le había dicho si debía escucharla.
-“Solo mira, no voy a molestarte más”

Intrigado, se agacho y descubro una caja clavada a la parte inferior del carromato, busco un martillo e intento desclavarla, por supuesto, el movimiento término despertando a su maestro.

-¿Qué crees que estás haciendo?
-Lamento despertarlo, maestro, creo que esto no va aquí.
-¿Qué es eso?-bajo y lo ayudo sacar la caja-¿Cuánto lleva aquí?
-Lo ignoro, Mu me dijo que mirara y…
-¿Mu, eh?, bueno, ábrela.

Lo hizo, adentro había un par de guantes gruesos, metálicos, con entradas demasiado chicas para que cualquiera pudiera meter las manos, también había un par de cosas como orejas de conejo de la misma contextura, Kouro saco todo y reviso cuidadosamente las piezas, reparando en los cristales encantados y las marcas de energía.

-Tú hiciste esto.
-No, maestro, le juro que no.
-Tú lo hiciste-repitió-no lo recuerdas pero lo hiciste, tampoco debes recordar porque o para quien, pero intuyes algo, ¿Qué crees que es?
-Yo…-estaba bastante confundido-creo que tiene que ver con los Oni, eso creo.
-Ya veo-guardo todo de nuevo-escúchame bien, ya he pasado por esto, soldados muy buenos y eficientes con algún asuntito pendiente que se queda dando vueltas en sus cabezas huecas, esta idea crece y crece hasta que se apodera de sus mentes y termina destrozándolos por dentro, no quiero que te pase eso.
-¿Qué debo hacer, maestro?
-Mantén este caja cerca y sigue tu instinto, haz lo que creas que debes hacer, no estarás a salvo hasta a ver resuelto esto-se froto un ojo-ve a dormir, yo voy a vigilar ahora.

Así lo hizo, se metió al carromato y se acostó abrazando la caja, pero el sueño le fue esquivo, una idea que había rechazado desde el principio le había sido confirmada: tuvo una vida antes de esa, pero entonces… ¿Quién era?
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